El lado oscuro de las navidades
- nov 09, 2014
- Psicología clínica
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Las navidades pueden ser unas fechas en las que se agudicen los sentimientos de tristeza y soledad. Estas emociones suelen ir acompañadas de ideas de falta de capacidad, de merecimiento, o de acabar con todo. Las personas viven diferentes experiencias y dificultades, y se puede aprender a afrontar de forma más eficaz los desafíos. Hay alternativas, y se puede buscar ayuda para un presente y un futuro mejores.
En las fiestas navideñas nos recuerdan una y otra vez la fraternidad y la compasión, en el trabajo, en la familia, en los medios de comunicación. Parece que tenemos que estar felices y llenos de buenos deseos hacia la vida, hacia nosotros mismos y hacia los demás.
Sin embargo estas fechas de fiesta pueden recordarnos a los que ya no están o pueden agudizar los sentimientos de soledad y abatimiento. Es frecuente que se incrementen en estos casos los sentimientos de desesperanza y tristeza. En las grandes ciudades como Madrid el ruido no hace sino poner de manifiesto los sentimientos de depresión, aumentando el aislamiento percibido.
En contraste con la supuesta alegría exterior, las personas en estas situaciones manifiestan ideas de falta de pertenencia y viven el bullicio como un trallazo que resuena en su vacío: “estoy solo”; “la alegría no es para mí”; “soy desgraciado”; “no merezco …”; “Nadie me entiende”; “ no tengo salida”; “no soy capaz” … Da igual si tenemos personas alrededor o no cuando el sentimiento es de estar solo, separado, de estar excluido de la vida que pasa alrededor, que ocurre pero de la que no se forma parte. Quizá lo peor es creer que no hay salida, que esta situación no puede sino empeorar, y que la vida no merece la pena. Se empieza entonces a fantasear con acabar con todo, con huir a través de la muerte, y esta se vuelve una opción aceptable.
Muchas personas adultas tienen que lidiar con circunstancias difíciles: pérdidas económicas, de trabajo, pérdida de familiares y amigos, crisis de pareja, pérdida de estatus. Cómo enfrenten estos desafíos depende en primer lugar de las representaciones mentales que cada cual se hace de estas situaciones. Después, de la percepción de los recursos que tiene o que puede conseguir y de las estrategias que ponga en marcha. ¿Qué cambiaría si cambian las representaciones mentales? Si el significado de estas pérdidas cambiara, es posible que las emociones asociadas también lo hicieran.
Unas cuantas cosas en la vida no tienen remedio, es mejor que aprendamos a aceptar las cosas que no podemos cambiar, como decía San Agustín. Otras cosas externas sí pueden cambiar y se puede aprender a hacer diferentes cosas para facilitar ese cambio. Y, acerca del mundo interno de las personas, cada uno de nosotros y nosotras, tenemos la llave para modificarlo. Que las cosas vayan mal no significa que tengan que ir mal en el futuro, se puede esperar algo mejor, y es vital saber que hay alternativas. Buscar ayuda de un profesional, psicólogo o psicóloga, puede ser una.
Por muy negro que sea el presente y por mucha desesperación que se tenga, merece la pena recordar que cada uno de nosotros y nosotras pertenece al género humano, puede encontrar compañía y compartir experiencias, tiene derecho a la dignidad y a la esperanza.