En algunos momentos de la vida las personas se encuentran en situaciones que les bloquean generando un intenso malestar. En ocasiones las personas se ven superadas por situaciones que pueden producir confusión, depresión, ansiedad, irritabilidad,… y que tienen consecuencias en las relaciones con los demás.
Hay situaciones en las que las personas experimentan un malestar difuso, una falta de sentido, sin llegar a identificar qué está ocurriendo, ni cuáles son las causas. La acedía, esa pereza y sensación de flojedad, se puede ir apoderando de las personas hasta hacerlas sentir una soledad no buscada y temida.
Quizá uno empiece a sospechar que debe cambiar de actitud, reconectar con su ser, controlar ese enfado que va apoderándose de su vida, pero se encuentra atrapado y no sabe cómo iniciar el camino del cambio.
En esos momentos, la ayuda de un psicólogo es útil. La psicoterapia es un proceso de acompañamiento entre dos personas para posibilitar que el cliente pueda generar otro punto de vista, que ayude a clarificar y facilite el aprendizaje de nuevas actitudes y estrategias. En un entorno seguro de confianza que propicia la exploración y el auto descubrimiento desde la aceptación, la responsabilidad y el compromiso, se van construyendo alternativas desde la intersubjetividad del diálogo con uno mismo y con el otro.
El proceso psicoterapéutico se inicia con unas entrevistas de valoración (de 2 a 5) que culmina con el compromiso entre las personas implicadas para seguir con un proceso que se extiende de forma variable en el tiempo (tiempo pactado entre cliente y profesional). Las sesiones tienen una duración de 45 a 60 minutos. Es muy importante lo que el cliente va haciendo entre sesiones para incorporar los aprendizajes y las nuevas actitudes a su vida.