Inteligencia emocional: orígenes
- nov 19, 2014
- Desarrollo personal
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La Inteligencia Emocional está de moda desde que en 1995 Goleman popularizó el término. En este primer artículo se hace una breve reseña histórica de sus orígenes y de su evolución a lo largo del siglo XX hasta la actualidad. Se señala como fundamental la conexión de las emociones con los valores y el enriquecimiento de las emociones a través del lenguaje.
La Inteligencia Emocional (IE en adelante) es un concepto que popularizó Daniel Goleman en el ya clásico libro con el mismo título publicado en 1995. El concepto, sin embargo, no era nuevo. Tiene que ver con lo que Aristóteles creía que era “la infrecuente capacidad de enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto” (“Ética a Nicómano”). Este filósofo nos desafía a gobernar inteligente, y éticamente, nuestra vida emocional.
El ser humano tiene necesidad de relacionarse, afrontar situaciones, resolver conflictos y problemas para sobrevivir, y generar productos para mejorar su vida. Además no se conforma con sobrevivir, quiere vivir: ser feliz, añadir valor a los que le rodean y así conseguir una mayor satisfacción para sí y las personas a las que ama. Necesitamos y buscamos dar y recibir cariño, sentirnos satisfechos y con sensación de utilidad, de aportación hacia los demás. También necesitamos protegernos de ambientes hostiles o potencialmente peligrosos, de entornos tóxicos emocionalmente hablando.
El emperador romano Marco Aurelio en sus “Pensamientos” nos dejó: “No vivas como si tuvieras mil años por delante. El destino está a un paso, hazte bueno mientras la vida y la fuerza son todavía tuyas”. Esta es una llamada a hacerse cargo, a responsabilizarse de la propia vida (Responsabilizarse: tener habilidad para responder… en el momento adecuado). Para ello parece que apropiarse de las emociones, en vez de permitir que las emociones se apropien de nosotros, es fundamental.
A principios del siglo XX, cuando se dio el primer “boom” de la inteligencia y de su medición con Binet y Simon, la IE, o la Inteligencia Social (IS en adelante) muy relacionada con ella, tenían un espacio. De hecho E. L. Thorndike, psicólogo interesado en el aprendizaje y la pedagogía, hizo una definición de IS que puede valer como punto de partida: “la capacidad de actuar sabiamente en las relaciones sociales”. R. Stern, psicólogo que perfeccionó la medida del rendimiento intelectual, contempla las habilidades prácticas como muy importantes, y diferentes de las aptitudes, para el logro del éxito. Una de aquellas habilidades era darse cuenta de los mensajes tácitos de los demás y de sus estados, capacidad que define las IE e IS. No obstante, ante la dificultad de medir con el mismo paradigma que el imperante en los inicios y mediados del siglo XX el rendimiento en IE, este concepto y el de IS, se consideraron secundarios, subsumidos dentro de otras aptitudes, o simplemente ignorados.
Son Howard Gardner y Peter Salovey quienes en los años 80 del siglo pasado vuelven al concepto de IE. Howard Gardner, premio “Príncipe de Asturias” de Ciencias Sociales en 2011, habla de múltiples inteligencias, entre las que contempla las inteligencias interpersonal e intrapersonal. La primera contempla la capacidad de comprender las motivaciones y estados de ánimo de otras personas. La inteligencia intrapersonal es la capacidad de comprender los propios sentimientos, emociones, motivaciones y deseos. Para Gardner (2004) la inteligencia es “un potencial biopsicológico para procesar de ciertas maneras unas formas concretas de información que le permiten (a la persona) resolver problemas o crear productos.” La inteligencia es plural y se define en función de lo que se valora en un momento histórico dado y en un contexto cultural concreto. Para considerar algo como un tipo de inteligencia, el autor marca los siguientes criterios:
- Existencia de un sistema simbólico discreto.
- Pruebas de una representación especializada en el cerebro.
- Una historia evolutiva característica.
- Una pauta de desarrollo característica.
- Unas operaciones psicológicas básicas identificables.
- La existencia de poblaciones especiales que destaquen esta aptitud o que carezcan de ella.
- Pautas de resultados en medidas psicométricas de inteligencia.
- Pautas de transferencia, o de ausencia de la misma, a tareas en las que, supuestamente, intervenga esa inteligencia concreta.
Durante los 90, la denominada década del cerebro, se producen avances y descubrimientos que son compatibles con el concepto de IE y que de alguna manera cambian el paradigma de la psicología y ciencias del comportamiento. La psicología recupera el alma, vuelve a ser una psicología del sujeto, tras décadas de conducta y de cognición “fría”, razonadora, desde el modelo de procesamiento de la información.
- Damasio, en “El error de Descartes” populariza la nueva visión de la ciencia neurológica y neuropsicológica, dando un papel estelar a las emociones en la toma de decisiones y en el desempeño en la vida de las personas. En su análisis del caso “Phineas Gage” nos cuenta que lo que había de “patológico” en esta persona, que cambió el carácter tras atravesarle una barra de hierro parte del lóbulo frontal, es la conexión entre el razonamiento y la parte emocional. En el mismo libro explica otro caso de una persona (Elliot) con lesión en el haz de fibras que va desde la corteza orbital hasta el hipocampo. Este hombre podía razonar interminablemente buscando pros y contras de dos fechas para la próxima cita sin acabar de decidirse hasta que el propio Damasio cerraba la cita, sin objeciones por parte de aquel. Según el autor, a este sujeto le faltaba ese “tono emocional” que nos permite tomar la decisión finalmente, al carecer de preferencias.
Según Damasio, las emociones no son distintivas del ser humano, lo distintivo es la conexión entre estas y los valores, la toma de conciencia de esta conexión y la actuación del ser humano desde esta conciencia.
Las emociones humanas están mediatizadas, creadas y enriquecidas en gran medida por el lenguaje. Mediante este se amplía enormemente la gama emocional y se genera todo un mundo sentimental. El lenguaje permite que las emociones no solo nos pasen, sino que podamos apropiarnos de ellas, generarlas y manejarlas, ser dueños de ellas. Distintos modos artísticos de expresión, música, pintura, literatura, … generan y potencian los sentimientos y las emociones en los seres humanos.
Referencias bibliográficas:
- Goleman, D. (1995). Inteligencia emocional. Círculo de lectores. Barcelona.
- Aristóteles (2001). Ética a Nicómaco. Alianza Editorial. Madrid.
- Marco Aurelio (1994). Meditaciones. Gredos. Madrid
- Thordndike, E.L (1913). An Introduction to the Theory of Mental and Social Measurements. Teacher’s College, Columbia University
- Gardner, H (2004). Mentes flexibles. Barcelona. Paidós
Damasio,A. R. (2001). El error de Descartes. Barcelona. Crítica.